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jueves, 9 de noviembre de 2017

La Maestría del Amor- Capítulo 2 La pérdida de la inocencia

Los humanos somos, por naturaleza, seres muy sensibles. Pero si tenemos una sensibilidad tan elevada es porque percibimos todas las cosas a través del cuerpo emocional. Este cuerpo emocional es como un aparato de radio que se puede sintonizar para percibir determinadas frecuencias o bien para reaccionar frente a otras. siendo el amor nuestra sintonía natural antes de la domesticación.

El cuerpo emocional percibe las emociones a través del cuerpo emocional. Los niños sencillamente sienten emociones pero su mente racional no las interpreta ni las cuestiona. Esta es la razón por la que aceptan a determinadas personas y rechazan a otras. Los niños perciben fácilmente cuando alguien está enfadado, ya que su sistema de alarma les provoca un pequeño miedo que les dice: No te acerques, y siguiendo su instinto, no lo hacen.

La energía emocional que impregne nuestro hogar sintonizará nuestro cuerpo emocional con esa frecuencia. El cuerpo emocional empieza a cambiar su sintonización y llega un momento que deja de ser la sintonización normal del ser humano. Jugamos al juego de los adultos, jugamos al juego del Sueño externo y perdemos. Perdemos nuestra inocencia, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestra felicidad y nuestra tendencia a amar.

Si observas a los niños podrás ver cómo se destruye el amor verdadero y la libertad cuando chocan con el mundo adulto, frenando así la expresión natural del amor por evadir el dolor y buscar el reconocimiento y los premios. En ese sistema de premios y castigos existe un sentido de la justicia y de la injusticia, de lo que es legítimo y de lo que no lo es. El sentido de la injusticia es como un cuchillo que abre una herida emocional en la mente. Después, según cómo reaccionemos ante la injusticia, la herida puede infectarse con veneno emocional.  Con cada miedo aprendes a defenderte, pero no lo haces de la misma manera que antes de la domesticación, cuando te defendías y seguías jugando.

La herida puede llenarse de veneno emocional por la repetición, el veneno emocional se acumula y la mente empieza a jugar con él. A continuación, el futuro empieza a preocuparnos un poco porque tenemos el recuerdo del veneno y no queremos que vuelva a ocurrir. También tenemos recuerdos de cuando hemos sido aceptados, Queremos esa armonía pero no sabemos de qué modo crearla y eso nos asusta. Y, como estamos en el interior de la burbuja de nuestra propia percepción, nos parece que cualquier cosa que sucede a nuestro alrededor ha sido provocada por nosotros generando culpas y cargas por eventos que no nos corresponden o que no eran nuestra responsabilidad.

Poco a poco perdemos nuestra inocencia; empezamos a sentir resentimiento, y después, ya no perdonamos más. Con el tiempo, estos incidentes e interacciones nos enseñan que no es seguro ser quienes realmente somos. e incluso llegamos a utilizar el miedo para domesticar a otros seres humanos; cada vez que experimentamos una nueva injusticia, nuestro miedo aumenta creando más veneno emocional y cuando estamos llenos de veneno emocional, sentimos la necesidad de liberarlo, y para deshacernos de él, se lo enviamos a otra persona, lo hacemos captando su atención.

Al captar la atención, la energía va de una persona a otra. La atención es algo muy poderoso en lamente del ser humano. De hecho, en todo el mundo las personas van continuamente a la caza de la atención de los demás, y cuando la capturan, crean canales de comunicación. Pero al igual que se transfiere el sueño y el poder, también se transfiere el veneno emocional.

Normalmente, nos liberamos del veneno traspasándoselo a la persona que creemos responsable de la injusticia, pero si esa persona es tan poderosa que no podemos enviárselo, entonces lo lanzamos contra cualquier otra sin importarnos de quien se trate. De este modo, la gente que tiene poder abusa de los que tienen menos, porque necesita deshacerse de su veneno emocional. Esa es la razón por la que los seres humanos andan siempre detrás del poder, porque, cuanto más poderoso se es, más fácil resulta descargar el veneno sobre los que no pueden defenderse.

Lo que sí es importante es cobrar conciencia de que tenemos este problema, ya que cuando lo hacemos así, tenemos la oportunidad de sanar nuestro cuerpo y nuestra mente emocional y de dejar de sufrir. Sin esa conciencia, no es posible hacer nada. Lo único que nos queda es continuar sufriendo las consecuencias de nuestra interacción con otros seres humanos, y no sólo eso, sino también sufrir a causa de la interacción que mantenemos con nuestro propio yo, porque también nos tocamos nuestras propias heridas con el único propósito de castigarnos.

Estamos llenos de veneno porque hemos crecido con una imagen de perfección que no se corresponde a la realidad, que no existe, y sentimos esa injusticia en nuestra mente. Esa imagen de perfección nos dice cómo deberíamos ser a fin de reconocer que somos buenos, a fin de aceptarnos a nosotros mismos. Pero ¿sabes qué? De todas las mentiras que nos creemos de nosotros mismos, esta es la más grande, porque nunca seremos perfectos. Y no hay manera de perdonarnos por no serlo. Aprendemos a negarnos y a rechazarnos a nosotros mismos.

Por eso es que las relaciones que construimos son de manera en que todos pierden de manera equitativa , aunque sea un oxímoron, Te maltrato a ti de la manera que necesitas que te maltraten y tú me maltratas a mí de la manera que yo necesito que me maltraten. La energía atrae un mismo tipo de energía, por supuesto, un mismo tipo de vibración.

La vida te trae exactamente lo que necesitas. En el infierno existe una justicia perfecta. No hay nada a lo que podamos echarle la culpa. Incluso podemos decir que nuestro sufrimiento es un regalo. Basta con que abras los ojos y mires lo que te rodea para limpiar el veneno, sanar tus heridas, aceptarte y salir del infierno. 

miércoles, 1 de noviembre de 2017

La Maestría del Amor- Introducción y Capítulo 1 La mente herida


Este capítulo del libro nos pone en contexto a lo que Miguel Ruiz nos quiere comunicar en este libro dándonos a conocer que los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como mujeres y hombres de conocimiento;  fueron científicos y artistas que crearon una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados.

"Un tolteca es un artista del amor, un artista del espíritu, alguien que, en cada momento, en cada segundo, crea el más bello arte: el arte de soñar. La vida no es más que un sueño, y si somos artistas, crearemos nuestra vida con amor y nuestro sueño se convertirá en una obra maestra de arte." 

En nosotros está en ese caso tomar la elección de ser maestros. Somos maestros porque tenemos el poder de crear y de dirigir nuestra propia vida. y en ese proceso creamos nuestra propia mitología, la cual esté poblada de héroes y villanos, ángeles y demonios, reyes y plebeyos adquiriendo así el dominio sobre la imagen que vamos a utilizar en determinadas circunstancias. Nos convertimos en artistas del fingimiento y de la proyección de nuestra imagen y en maestros de cualquier cosa que creemos ser. Cuando conocemos a otras personas las clasificamos de inmediato según lo que nosotros creemos que son. Y actuamos del mismo modo con todas las personas y cosas que nos rodean.

Cuando un niño tiene un problema con alguien, y se enfada, el enfado hace que el problema desaparezca. Entonces, vuelve a ocurrir, y vuelve a reaccionar con enfado porque si se enfada, el problema desaparecerá y practica hasta llegar a convertirse en un maestro del enfado, esto ocurre de igual manera con los celos, tristeza, auto-rechazo y cualquier emoción o sentimiento que nos enajene de la circunstancia que estamos atravesando.

Toda nuestra desdicha y nuestro sufrimiento tienen su origen en la práctica. Establecemos un acuerdo con nosotros mismos y lo practicamos hasta que llega a convertirse en una maestría completa,  convirtiéndose en algo tan rutinario que dejamos de prestar atención a lo que hacemos, lo automatizamos.

Debemos ser conscientes que la mente humana padece una enfermedad que se llama miedo, y esto ocurre porque nuestro cuerpo emocional está lleno de heridas, de heridas infectadas por el veneno emocional. Los seres humanos vivimos con el miedo continuo a ser heridos y esto da origen a grandes conflictos dondequiera que vayamos.

La enfermedad del miedo se manifiesta a través del enfado, del odio, de la tristeza, de la envidia y de la hipocresía, y el resultado de esta enfermedad son todas las emociones que provocan el sufrimiento del ser humano y cuando es extremo aparecen esas enfermedades mentales, aparecen cuando la mente racional está tan asustada y las heridas duelen tanto, que es preferible romper el contacto con el mundo exterior.

Debido al miedo que los seres humanos tenemos a ser heridos y a fin de proteger nuestras heridas emocionales, creamos algo muy sofisticado en nuestra mente: un gran sistema de negación. En ese sistema de negación nos convertimos en unos perfectos mentirosos. Mentimos tan bien, que nos mentimos a nosotros mismos e incluso nos creemos nuestras propias mentiras.

El sistema de negación nos permite aparentar que toda la gente se cree lo que queremos que crean de nosotros. Y aunque colocamos estas barreras para protegernos y mantener alejada a la gente, también nos mantienen encerrados y restringen nuestra libertad. y esto lo aprendemos, porque una vez captada la atención de los niños, les enseñamos un lenguaje, les enseñamos a leer, a comportarse y a soñar de un modo determinado. Domesticamos a los seres humanos de la misma manera que domesticamos a un perro o a cualquier otro animal: con castigos y premios. 

Esto es perfectamente normal. Lo que llamamos educación no es otra cosa que la domesticación del ser humano. Al principio tenemos miedo de que nos castiguen, pero más tarde también tenemos miedo de no recibir la recompensa, de no ser lo bastante buenos para mamá o papá o un hermano o un profesor. De este modo es como nace la necesidad de ser aceptado. El miedo a no conseguir la recompensa se convierte en el miedo a ser rechazado. Y el miedo a no ser lo bastante buenos para otra persona es lo que hace que intentemos cambiar, lo que nos hace crear una imagen. Imagen que intentamos proyectar según lo que quieren que seamos, sólo para ser aceptados, sólo para recibir el premio.

Pero para convertirnos en maestros del amor tenemos que practicar el amor. El arte de las relaciones también es una maestría completa y el único modo de alcanzarla es mediante la práctica y la acción, no hay otra manera. Somos en realidad puro amor; somos Vida. Y lo que somos en realidad no tiene nada que ver con el sueño, pero el acuerdo social al que llamamos realidad nos impide verlo. 

Cuando contemplas el sueño desde esta perspectiva, y cobras conciencia de lo que eres, comprendes cuán absurdo resulta el comportamiento de los seres humanos, y entonces, se convierte en algo divertido. Lo que para todos los demás parece un gran drama para ti es una comedia. Ves de qué modo los seres humanos sufren por algo que carece de importancia, algo que ni siquiera es real. Pero no tenemos otra opción. Nacemos en esta sociedad, crecemos en esta sociedad y aprendemos a ser como todos los demás, actuando y compitiendo continuamente de un modo absurdo.


jueves, 20 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 6: Romper viejos acuerdos

La libertad es de esas preguntas constantes en la vida, tomaremos como libertad cuando la proyectamos hacia espíritu humano: es la libertad de ser quienes realmente somos. Históricamente hemos culpado al sistema en el que estamos, gobierno, a Dios, a nuestros padres, incluso en ocasiones hasta el clima, cuando somos nosotros mismos quienes nos quitamos esa posibilidad al pensar que perdemos la libertad al creer que restringimos nuestras opciones, como es en el caso del matrimonio, pero incluso tras una separación no recuperan la supuesta libertad perdida, porque simplemente es una falsa ilusión de libertad, que nunca se lleva a cabo sin importar las circunstancias. Nosotros mismos elegimos renunciar a la libertad mientras nos quejamos por no tenerla.

Esto ocurre porque tenemos acuerdos, acuerdos de nuestro pasado que marcan una forma de actuar en el mundo, acuerdos muchas veces que no son funcionales en el contexto actual de nuestras vidas. Si vemos a un niño de dos o tres años, o quizá de cuatro, vemos que la mayor parte del tiempo sonríen y se divierten. Exploran el mundo. No les da miedo jugar. Sienten miedo cuando se hacen daño, cuando
tienen hambre y cuando algunas de sus necesidades no se ven satisfechas; pero no les preocupa el pasado, no les importa el futuro y sólo viven en el momento presente. Ahí descubrimos un ser humano libre. Porque hace lo que quiere hacer. El ser humano es completamente salvaje.

Los niños muy pequeños no tienen miedo de expresar lo que sienten. Son tan afectuosos que, si perciben amor, se funden en él. No les da miedo el amor. Esta es la descripción de un ser humano normal. De niños, no le tenemos miedo al futuro ni nos avergonzamos del pasado. Nuestra tendencia natural es disfrutar de la vida, jugar, explorar, ser felices y amar. Recuerda que los momentos más felices de tu vida han sido cuando surge tu yo verdadero, cuando no te importa el pasado y no te preocupas por el futuro. Entonces eres como un niño.

Pero ¿qué le ha pasado al ser humano adulto? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Por qué no somos salvajes? Desde el punto de vista de la Víctima, diremos que nos ocurrió algo triste, y desde el punto de vista del guerrero, diremos que lo que nos sucedió fue normal. Lo que pasa es que el Libro de la Ley, el gran Juez, la Víctima y el sistema de creencias dirigen nuestra vida, y ya no somos libres porque no nos permiten ser quienes realmente somos. Una vez nuestra mente ha sido programada con toda esa basura, dejamos de ser felices.Lo peor de todo es que la mayoría de la gente ni siquiera se da
cuenta de que no es libre. Algo en su interior se lo susurra, pero no lo comprende, y no sabe por qué no es libre. Sin embargo, todavía somos niños, pero hemos perdido nuestra libertad.

No culpes a tus padres ni a ninguna otra persona que te haya maltratado en la vida, incluyéndote a ti mismo. Pero ya es hora de poner fin a ese maltrato. Ya es hora de que te liberes de la tiranía del Juez y de que cambies los fundamentos de tus propios acuerdos. Ya es hora de que te liberes del papel de
Víctima y para eso el primer paso hacia la libertad personal consiste en ser conscientes de que no somos libres. Necesitamos ser conscientes de cuál es el problema para poder resolverlo. No hay ninguna razón para sufrir. Si eres consciente, puedes rebelarte y decir: “ya basta”. Puedes buscar una manera de sanar y transformar tu sueño personal.

Si entras en el sueño y empiezas a poner en tela de juicio tu sistema de creencias, descubrirás que la mayor parte de las creencias que abrieron heridas en tu mente ni siquiera son verdad. Descubrirás que
durante todos estos años has vivido un drama por nada. ¿Por qué? Porque el sistema de creencias que te inculcaron está basado en mentiras.

Tu vida es la manifestación de tu sueño; es un arte. Y puedes cambiar tu vida en cualquier momento si no disfrutas de tu sueño. Los maestros del sueño crean una vida que es una obra maestra; controlan el sueño a través de sus elecciones. Todo tiene sus consecuencias, y un maestro del sueño es consciente de ellas.

Existen tres maestrías que llevan a la gente a convertirse en toltecas. La primera es la Maestría de la Conciencia: ser conscientes de quiénes somos realmente, con todas nuestras posibilidades. La segunda es la Maestría de la Transformación: cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación. La tercera es la Maestría del Intento: desde el punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible; es el ser viviente que envuelve toda energía, o lo que llamamos “Dios”. Es la vida misma; es el amor incondicional. La Maestría del Intento es, por lo tanto, la Maestría del Amor.

La libertad que buscamos consiste en utilizar nuestra propia mente y nuestro propio cuerpo, en vivir nuestra propia vida en lugar de la vida de nuestro sistema de creencias. Cuando descubrimos que nuestra mente está controlada por el Juez y la Víctima y que nuestro verdadero yo está arrinconado, sólo tenemos dos opciones. Una es continuar viviendo como lo hemos hecho hasta ese momento, rindiéndonos al Juez y la Víctima, seguir viviendo en el sueño del planeta. La otra opción es actuar como cuando éramos niños y nuestros padres intentaban domesticarnos.

Siendo así por elección el guerrero es el que se rebela contra la invasión del parásito. Se rebela y le declara la guerra. Pero eso no quiere decir que siempre se gane; quizá ganemos o quizá perdamos, pero siempre hacemos lo máximo que podemos, y al menos tenemos la oportunidad de recuperar nuestra libertad.

martes, 18 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 5: cuarto acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas

Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno.

Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas y lo haces porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa.

Cuando haces lo máximo que puedes, no le das al Juez la oportunidad de que dicte sentencia y te considere culpable. Si has hecho lo máximo que podías y el Juez intenta juzgarte basándose en tu Libro de la Ley, tú tienes la respuesta: “Hice lo máximo que podía”. No hay reproches. Esta es la razón por la cual siempre hacemos lo máximo que podemos. No es un acuerdo que sea fácil de mantener, pero te hará realmente libre.

Cuando haces lo máximo que puedes, aprendes a aceptarte a ti mismo, pero tienes que ser consciente y aprender de tus errores. Eso significa practicar, comprobar los resultados con honestidad y continuar practicando. Así se expande la conciencia. Dios es vida. Dios es vida en acción. La mejor manera de decir: “Te amo, Dios”, es vivir haciendo lo máximo que puedas. La mejor manera de decir: “Gracias, Dios”, es dejar ir el pasado y vivir el momento presente, aquí y ahora.

Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación.

jueves, 13 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 4: Tercer acuerdo: No hagas suposiciones

Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.

Tenemos millones de preguntas que precisan respuesta porque hay muchas cosas que la mente racional es incapaz de explicar. No importa si la respuesta es correcta o no; por sí sola, bastará para que nos sintamos seguros. Esta es la razón por la cual hacemos suposiciones. Hemos acordado que hacer preguntas es peligroso, y que la gente que nos ama debería saber qué queremos o cómo nos sentimos. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender nuestra posición. Hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar.

Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonolas personalmente, porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: “Deberías haberlo sabido”.

También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo, y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas.

Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.

La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. Actuar una y otra vez fortalece tu voluntad, nutre la semilla y establece una base sólida para que el nuevo hábito se desarrolle. Tras muchas repeticiones, estos nuevos acuerdos se convertirán en parte de ti mismo y verás cómo la magia de tus palabras hará que dejes de ser un mago negro para convertirte en un mago blanco.

lunes, 10 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 3: Segundo acuerdo: No te tomes nada personalmente

Los tres acuerdos siguientes nacen, en realidad, del primero. El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente. Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el
sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos “la importancia personal”.

La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el periodo de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!

Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo.

Cuando te tomas personal algo que alguien te dice, te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo.

Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos.Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice.

De manera que lo que te duele no es lo que te dicen, sino las heridas que tienes y que han rozado con lo que han dicho. Eres tú mismo quien se hace daño. Así que vuelves tu indignación la excusa para que tú te enfades. Y te enfadas porque tienes miedo, porque te enfrentas a tu miedo. Si no tuvieras miedo, no te enfadarías en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no me odiarías en modo alguno. Si no
tuvieras miedo, no estarías triste ni celoso en modo alguno.

No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates. 

Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna de esas emociones. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida.

miércoles, 28 de junio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 2:Primer acuerdo: Sé impecable con tus palabras

El Primer Acuerdo es el más importante y también el más difícil de cumplir. Es tan importante que sólo con él ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que se denomina “el cielo en la tierra”. es muy poderoso debido al poder creador de las palabras tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras.

No son sólo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza; constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida. aunque debes tener en cuenta que son una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras que fertilizan a nuestra mente.

La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. así fue durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones. esto pasa porque todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Ten en cuenta que Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente y cambian por entero, para bien o para mal, nuestras creencias, nuestros acuerdos creando así nuevos acuerdos personales o del mundo.

Ya vimos la importancia de las palabras, ahora es preciso entender lo que es que sean impecables, Un pecado es cualquier cosa que haces y que va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable, asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin Juzgarte ni culparte. El pecado empieza con el rechazo de uno mismo, que lleva al rechazo de los demás.

Y así, todos los horrores del infierno desatado en el mundo, se resume al caos de miles de voces distintas que intentan hablar al mismo tiempo en la mente. y tosa sembrando odio y destrucción, solo porque no han roto el acuerdo de la forma en que normalmente utilizamos nuestras palabras, cada quien se vuelve en una razón para perpetuar este sufrimiento, porque buscamos victimizarnos y encontrar culpables en vez de parar el ciclo de odio siendo responsables por nuestras palabras evitando perpetuar el odio culpando a nuestras circunstancias.

Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo. y si tomamos el hecho que nuestras palabras tienen impacto en otros, cuando ofendemos a otros también nos afecta a nosotros mismos. Puesto que  al tratar a otros doy cuenta de lo que yo soy, de cómo me comporto frente a pares y eso hace que tarde o temprano eso que he sembrado florezca en consecuencias para mi. ser impecable con las palabras es ser responsable por eso que siembro con ellas en mí y en otros.

Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior.

La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella. Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra, pero sí lo es para las que surgen del amor.

Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor que reemplazarán a las del miedo.


martes, 27 de junio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 1: La domesticación y el sueño del planeta


Todo nuestro alrededor es un sueño, soñamos cuando nuestro cerebro esta dormido o despierto, y la diferencia de este sueño es el contexto en el cual soñamos, despiertos todo parece más ordenado y lineal, en los sueños este marco se desvanece y todo es un poco más libre. 

A lo que llamamos realidad no es más que un simple sueño colectivo alimentado por sueños más pequeños, la sociedad, sus creencias, la cultura, los gobiernos y sus reglas son eso un sueño que compartimos, o mejor dicho nos enseñan a compartir por medio del aprendizaje familiar y social. Así que utilizando nuestra atención, que es la capacidad de focalizarnos en un estimulo que nos es relevante, aprendimos a soñar el sueño del mundo a través de la imitación y la interiorización. a esto llamamos el sueño del planeta.

Aprendimos los diferentes juicios, acuerdos y reglas que hacen a nuestro mundo como es. Aprendimos  a que la atención es la manera de ser relevante porque al enseñar somos reconocidos como importantes, de ahí que busquemos llamar la atención todo el tiempo, eso fue aprendido del mundo; nuestro lenguaje, todo lo que compone nuestra cultura, todo lo que llamamos conocimiento. y nada de esto lo has elegido consientemente, ni tus creencias, ni las reglas a seguir, ni siquiera tu propio nombre.

Aunque todo lo que has podido aprender ha sido por acuerdo, tu mismo, tu mismo has aceptado todo eso que te han dicho como verdadero, y has decidido creer, a eso le llamamos fe, y puede ser que en algunas cosas no estuvieras de acuerdo, pero esto no fue suficiente y finalmente accediste. El resultado es que nos rendimos a las creencias mediante nuestro acuerdo.

Durante el proceso de domesticación, nos formamos una imagen mental de la perfección con el fin de tratar de ser lo suficientemente buenos y como no somos perfectos, nos rechazamos a nosotros mismos. El grado de rechazo depende de lo efectivos que hayan sido los adultos para romper nuestra integridad. Tras la domesticación, ya no se trata de que seamos lo suficientemente buenos para los demás. No somos lo bastante buenos para nosotros mismos porque no encajamos en nuestra propia imagen de perfección. Nos resulta imposible perdonarnos por no ser lo que desearíamos ser, o mejor dicho, por no ser quien creemos que deberíamos ser. No podemos perdonarnos por no ser perfectos.

Los seres humanos nos castigamos a nosotros mismos sin cesar por no ser como creemos que deberíamos ser. Nos maltratamos a nosotros mismos y utilizamos a otras personas para que nos maltraten, pero nadie nos maltrata más que nosotros mismos; el Juez, la Víctima y el sistema de creencias son los que nos llevan a hacerlo.

Ahora bien, todos nacemos con una determinada cantidad de poder personal que se renueva cada día con el descanso. el cual, gastamos primero en crear acuerdos, y después en mantenerlos. Los acuerdos a los que hemos llegado consumen nuestro poder personal, y el resultado es que nos sentimos impotentes. Sólo nos queda el poder justo para sobrevivir cada día, porque utilizamos la mayor parte de él en mantener los acuerdos que nos atrapan en el sueño del planeta. Si reconocemos que nuestra vida está gobernada por nuestros acuerdos y nuestra vida no nos gusta, necesitamos cambiar los acuerdos con los que vivimos.

Cada vez que rompes un acuerdo, todo el poder que utilizaste para crearlo vuelve a ti. Si adoptas los cuatro acuerdos, estos crearán el poder personal necesario para que cambies todo tu antiguo sistema de acuerdos, para lo cual se necesita una gran fuerza de voluntad, pero podrás crear un acuerdo que ponga tu vida a tono con lo que mereces.

martes, 21 de febrero de 2017

Los cuatro acuerdos-Introducción

El espejo humeante

Este capítulo del libro nos pone en contexto a lo que Miguel Ruiz usa como marco conceptual y que nos servirá para entender en profundidad el alcance de los cuatro acuerdos propuestos en este libro. 

En primer lugar comprender que nosotros somos polvo de estrellas, visto cómo somos uno con el universo, el ver esto nos hará entender que nosotros somos creación y creadores al mismo tiempo, de nosotros mismos y de aquello que llamamos realidad. En ese proceso debemos lograr comprender que eso que llamamos mundo no es más que una ilusión que nos impide ver eso que realmente somos, es humo que bloquea nuestra visión de nosotros mismos y de los demás.