Esta película es
la posibilidad de comprender que el entrenamiento con una persona parte de
aceptarla completa, con méritos y defectos, y emprender un camino juntos para
poder llegar a maximizar ese potencial que hay en cada uno de nosotros.
En esta película
podemos ver la Duque de York, el cual está afrontando su timidez y su
tartamudeo por cuestiones meramente profesionales y de rol de realeza, ha
tenido intervenciones que resultaron infructuosas, que terminaron por mellar su
confianza y esperanza al respecto. Su esposa va en camino de ayuda no muy
convencional para él, y dadas las circunstancias se crea la oportunidad
apropiada para evidenciar una gran transformación conjunta.
Se puede ver que
Lionel Locke, el terapeuta del habla, se da cuenta que el tema de tartamudez es
profundo, tiene que ver con temas de la infancia, con relaciones que no han
sido sanadas, y lo demuestra por medio del experimento que realiza de lectura
con música a todo volumen. Lo cual genera el espacio de confianza que el Duque
no había experimentado en anteriores intentos por solucionar su problema.
El señor Locke
utiliza la risa, y el reto como una manera de crear confianza, en adición de
confrontar al ego del duque, en donde sus maneras de ser se encuentran entre la
humildad, el servicio y el rigor. Así logra desentrañar que es su relación con
su padre y su necesidad de no decepcionar desde los resultados lo que atormenta
al duque, siendo esta la raíz. Acá podemos ver que la confianza es fundamental
a la hora de ir más allá de los síntomas y poder llegar a la causa real de los
comportamientos.
Uno de los
objetivos trazados en la intervención es la búsqueda de la autenticidad como un
elemento clave en la aceptación y en la búsqueda de la maestría. En este acaso
el dominar el hablar en público y poder manejar la ansiedad. Todo por medio de
la práctica continua.
Un elemento
importante es involucrar a personas que hagan parte de la vida del paciente, en
media que sea ganador, el amor y el hacer parte permite que el vivirlo juntos
sea una gran opción, en donde hay aprendizaje y aceptación, lo cual facilita el
proceso. Desde la humildad se pueden crear nuevos comienzos con las relaciones
correctas.
Si logramos
relajar a la gente, su camino al éxito está garantizado en medida que la
presión por los resultados se diluye, y en su ausencia el disfrute del proceso
empieza a ser lo relevante. En ese espacio de confianza la honestidad fluye y
desde ahí, desde el compartir la historia las causas se hacen visibles y
fáciles de intervenir.
A fin de
cuentas, es la experiencia más que el conocimiento, importa más la relación que
creas con quien entrenas, que lo que sabes o dices saber. Porque el arrojo es
lo que crea el resultado al final. Lo que estás dispuesto a crear para la otra
persona.
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