miércoles, 26 de julio de 2017

LA IMPORTANCIA DE TUS SUEÑOS


Estamos en una época en el cual todos quieren lograr sus sueños… no hay nada malo en eso, ya que la importancia de tener un sueño en la vida te enfoca, te permite generar esfuerzo, generar un plan de trabajo, tener un orden y hablar de ello siempre te alimenta para mantener una energía positiva, el truco esta en tener la fuerza suficiente para mantenerte activo y paciente, no todo es sencillo, hasta ciertos negocios en el cual el dinero puede llegar más rápido tiene sus riesgos y es allí que voy a detenerme en esta lectura.  Por un momento piensa… piensa detalladamente que quieres lograr… detente más, piensa cuando tengas 70 años u 80 años, cierra los ojos por un momento, toma un minuto pensando cómo te quieres ver.

¿Te tomaste el tiempo que dije?, ¿que viste?, ¿una playa, en un apto, dinero, un gran carro? Y si te preguntara… ¿Qué sentiste con esas cosas? Posiblemente dirás que te sentiste feliz.

Perfectamente vas a ser feliz con esas cosas, porque están en tu exterior, pero si te dijera que tienes todas esas cosas, pero estas solo en casa o no tienes tiempo para estar con tus nietos, hijos y que además posiblemente tengas esas cosas gracias a deudas, ¿Cómo te sentirías? Vamos, a esta altura ya estarás pensando que es un escrito de la importancia de la felicidad emocional que la felicidad de tener “cosas”, claramente es eso de lo que hablo, creo fielmente que vas a lograr esas cosas, es sencillo, ten un plan de trabajo, un plan financiero y seguramente lo lograras, pero detente más en ese ser, en ese pedazo de emoción de felicidad que te genera.  Retomemos el tema de lo que viste cuando cerraste los ojos.  ¿Cómo era esa playa, donde estaba? En una playa de tu país, pues si te dijera que yo también he tenido ese mismo sueño y cada vez me veo en una playa más cristalina y luego me imagino en un gran yate y luego me imagino que estoy llegando a una gran casa de playa y paro de soñar y solo pienso de lo que más me gusta de estar en la playa es ese sonido que hace el oleaje y la sensación de arena en el mar y todo lo demás desaparece; vaya… ¡¡¡que simple soy!!!, si, lo soy o reconocí serlo, todas esas imágenes de gran sibarita desaparecen cuando descubro que en verdad lo que quiero es una simple sensación en mi cuerpo y que lo demás fácilmente puede desaparecer.

Es lo que quiero decir, respeto los sueños de los demás y si lo logran, perfectamente tienen mi reconocimiento, pero lo que quiero está más orientado en mi ser, enfoco mi esfuerzo en mi ser y lo alimento de sensaciones primarias, caricias, risas, abrazos, escucha, habla, sabor, textura (como la sensación del mar en la playa… ¿recuerdan?).

He soltado toda imagen “comercialmente estructurada” de mi cabeza y me enfoque de quien soy y a partir de allí me levanto día a día a lograr mis sueños diarios desde el ser, cosas por mejorar siempre tendré, no me excusare por ser humano, es porque creo que todo mejora y mi mejoramiento lo enfoco en mi ser, el tener lo disfruto mucho, pero si no lo tengo también lo disfruto.

Así que amigo, si eres de los que piensa que tus sueños es pasar un fin de semana en una gran mansión, invítame; de seguro disfrutare de tu vino y del sol en la piscina, al igual de si eres de los que me invita un almuerzo cerca de un semáforo, disfrutare de tu compañía, porque mi ser está enfocado lograr sueños también como los tienes tu, solo que uno de mis sueños está el de compartir grandes momentos con mis amigos y que esos momentos sean… únicos.

Luego te comentare de otros sueños que tengo, por ahora, tomate tu tiempo y vuelve a enfocarte en tus sueños.

jueves, 20 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 6: Romper viejos acuerdos

La libertad es de esas preguntas constantes en la vida, tomaremos como libertad cuando la proyectamos hacia espíritu humano: es la libertad de ser quienes realmente somos. Históricamente hemos culpado al sistema en el que estamos, gobierno, a Dios, a nuestros padres, incluso en ocasiones hasta el clima, cuando somos nosotros mismos quienes nos quitamos esa posibilidad al pensar que perdemos la libertad al creer que restringimos nuestras opciones, como es en el caso del matrimonio, pero incluso tras una separación no recuperan la supuesta libertad perdida, porque simplemente es una falsa ilusión de libertad, que nunca se lleva a cabo sin importar las circunstancias. Nosotros mismos elegimos renunciar a la libertad mientras nos quejamos por no tenerla.

Esto ocurre porque tenemos acuerdos, acuerdos de nuestro pasado que marcan una forma de actuar en el mundo, acuerdos muchas veces que no son funcionales en el contexto actual de nuestras vidas. Si vemos a un niño de dos o tres años, o quizá de cuatro, vemos que la mayor parte del tiempo sonríen y se divierten. Exploran el mundo. No les da miedo jugar. Sienten miedo cuando se hacen daño, cuando
tienen hambre y cuando algunas de sus necesidades no se ven satisfechas; pero no les preocupa el pasado, no les importa el futuro y sólo viven en el momento presente. Ahí descubrimos un ser humano libre. Porque hace lo que quiere hacer. El ser humano es completamente salvaje.

Los niños muy pequeños no tienen miedo de expresar lo que sienten. Son tan afectuosos que, si perciben amor, se funden en él. No les da miedo el amor. Esta es la descripción de un ser humano normal. De niños, no le tenemos miedo al futuro ni nos avergonzamos del pasado. Nuestra tendencia natural es disfrutar de la vida, jugar, explorar, ser felices y amar. Recuerda que los momentos más felices de tu vida han sido cuando surge tu yo verdadero, cuando no te importa el pasado y no te preocupas por el futuro. Entonces eres como un niño.

Pero ¿qué le ha pasado al ser humano adulto? ¿Por qué somos tan diferentes? ¿Por qué no somos salvajes? Desde el punto de vista de la Víctima, diremos que nos ocurrió algo triste, y desde el punto de vista del guerrero, diremos que lo que nos sucedió fue normal. Lo que pasa es que el Libro de la Ley, el gran Juez, la Víctima y el sistema de creencias dirigen nuestra vida, y ya no somos libres porque no nos permiten ser quienes realmente somos. Una vez nuestra mente ha sido programada con toda esa basura, dejamos de ser felices.Lo peor de todo es que la mayoría de la gente ni siquiera se da
cuenta de que no es libre. Algo en su interior se lo susurra, pero no lo comprende, y no sabe por qué no es libre. Sin embargo, todavía somos niños, pero hemos perdido nuestra libertad.

No culpes a tus padres ni a ninguna otra persona que te haya maltratado en la vida, incluyéndote a ti mismo. Pero ya es hora de poner fin a ese maltrato. Ya es hora de que te liberes de la tiranía del Juez y de que cambies los fundamentos de tus propios acuerdos. Ya es hora de que te liberes del papel de
Víctima y para eso el primer paso hacia la libertad personal consiste en ser conscientes de que no somos libres. Necesitamos ser conscientes de cuál es el problema para poder resolverlo. No hay ninguna razón para sufrir. Si eres consciente, puedes rebelarte y decir: “ya basta”. Puedes buscar una manera de sanar y transformar tu sueño personal.

Si entras en el sueño y empiezas a poner en tela de juicio tu sistema de creencias, descubrirás que la mayor parte de las creencias que abrieron heridas en tu mente ni siquiera son verdad. Descubrirás que
durante todos estos años has vivido un drama por nada. ¿Por qué? Porque el sistema de creencias que te inculcaron está basado en mentiras.

Tu vida es la manifestación de tu sueño; es un arte. Y puedes cambiar tu vida en cualquier momento si no disfrutas de tu sueño. Los maestros del sueño crean una vida que es una obra maestra; controlan el sueño a través de sus elecciones. Todo tiene sus consecuencias, y un maestro del sueño es consciente de ellas.

Existen tres maestrías que llevan a la gente a convertirse en toltecas. La primera es la Maestría de la Conciencia: ser conscientes de quiénes somos realmente, con todas nuestras posibilidades. La segunda es la Maestría de la Transformación: cómo cambiar, cómo liberarnos de la domesticación. La tercera es la Maestría del Intento: desde el punto de vista tolteca, el Intento es esa parte de la vida que hace que la transformación de la energía sea posible; es el ser viviente que envuelve toda energía, o lo que llamamos “Dios”. Es la vida misma; es el amor incondicional. La Maestría del Intento es, por lo tanto, la Maestría del Amor.

La libertad que buscamos consiste en utilizar nuestra propia mente y nuestro propio cuerpo, en vivir nuestra propia vida en lugar de la vida de nuestro sistema de creencias. Cuando descubrimos que nuestra mente está controlada por el Juez y la Víctima y que nuestro verdadero yo está arrinconado, sólo tenemos dos opciones. Una es continuar viviendo como lo hemos hecho hasta ese momento, rindiéndonos al Juez y la Víctima, seguir viviendo en el sueño del planeta. La otra opción es actuar como cuando éramos niños y nuestros padres intentaban domesticarnos.

Siendo así por elección el guerrero es el que se rebela contra la invasión del parásito. Se rebela y le declara la guerra. Pero eso no quiere decir que siempre se gane; quizá ganemos o quizá perdamos, pero siempre hacemos lo máximo que podemos, y al menos tenemos la oportunidad de recuperar nuestra libertad.

martes, 18 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 5: cuarto acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas

Los tres primeros acuerdos sólo funcionarán si haces lo máximo que puedas. Bajo cualquier circunstancia, haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro. Todas las cosas están vivas y cambian continuamente, de modo que, en ocasiones, lo máximo que podrás hacer tendrá una gran calidad, y en otras no será tan bueno.

Independientemente del resultado, sigue haciendo siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos. Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria, y al final tu rendimiento no será suficiente. Cuando te excedes, agotas tu cuerpo y vas contra ti, y por consiguiente te resulta más difícil alcanzar tus objetivos. Por otro lado, si haces menos de lo que puedes hacer, te sometes a ti mismo a frustraciones, juicios, culpas y reproches.

Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo. Pero la acción es lo que te hará sentir inmensamente feliz. Siempre que haces lo máximo que puedes, actúas y lo haces porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa.

Cuando haces lo máximo que puedes, no le das al Juez la oportunidad de que dicte sentencia y te considere culpable. Si has hecho lo máximo que podías y el Juez intenta juzgarte basándose en tu Libro de la Ley, tú tienes la respuesta: “Hice lo máximo que podía”. No hay reproches. Esta es la razón por la cual siempre hacemos lo máximo que podemos. No es un acuerdo que sea fácil de mantener, pero te hará realmente libre.

Cuando haces lo máximo que puedes, aprendes a aceptarte a ti mismo, pero tienes que ser consciente y aprender de tus errores. Eso significa practicar, comprobar los resultados con honestidad y continuar practicando. Así se expande la conciencia. Dios es vida. Dios es vida en acción. La mejor manera de decir: “Te amo, Dios”, es vivir haciendo lo máximo que puedas. La mejor manera de decir: “Gracias, Dios”, es dejar ir el pasado y vivir el momento presente, aquí y ahora.

Si siempre haces lo máximo que puedas, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación.

jueves, 13 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 4: Tercer acuerdo: No hagas suposiciones

Tendemos a hacer suposiciones sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada.

Tenemos millones de preguntas que precisan respuesta porque hay muchas cosas que la mente racional es incapaz de explicar. No importa si la respuesta es correcta o no; por sí sola, bastará para que nos sintamos seguros. Esta es la razón por la cual hacemos suposiciones. Hemos acordado que hacer preguntas es peligroso, y que la gente que nos ama debería saber qué queremos o cómo nos sentimos. Cuando creemos algo, suponemos que tenemos razón hasta el punto de llegar a destruir nuestras relaciones para defender nuestra posición. Hacemos todo tipo de suposiciones porque no tenemos el valor de preguntar.

Producimos mucho veneno emocional haciendo suposiciones y tomándonolas personalmente, porque, por lo general, empezamos a chismorrear a partir de nuestras suposiciones. Como tenemos miedo de pedir una aclaración, hacemos suposiciones y creemos que son ciertas; después, las defendemos e intentamos que sea otro el que no tenga razón. Siempre es mejor preguntar que hacer una suposición, porque las suposiciones crean sufrimiento.

Hacer suposiciones en nuestras relaciones significa buscarse problemas. A menudo, suponemos que nuestra pareja sabe lo que pensamos y que no es necesario que le digamos lo que queremos. Suponemos que hará lo que queremos porque nos conoce muy bien. Si no hace lo que creemos que debería hacer, nos sentimos realmente heridos y decimos: “Deberías haberlo sabido”.

También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos, y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo, y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas.

Imagínate tan sólo el día en que dejes de suponer cosas de tu pareja, y a la larga, de cualquier otra persona de tu vida. Tu manera de comunicarte cambiará completamente y tus relaciones ya no sufrirán más a causa de conflictos creados por suposiciones equivocadas.

La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.

Con una comunicación clara, todas tus relaciones cambiarán, no sólo la que tienes con tu pareja, sino también todas las demás. Actuar una y otra vez fortalece tu voluntad, nutre la semilla y establece una base sólida para que el nuevo hábito se desarrolle. Tras muchas repeticiones, estos nuevos acuerdos se convertirán en parte de ti mismo y verás cómo la magia de tus palabras hará que dejes de ser un mago negro para convertirte en un mago blanco.

lunes, 10 de julio de 2017

Los cuatro acuerdos- Capítulo 3: Segundo acuerdo: No te tomes nada personalmente

Los tres acuerdos siguientes nacen, en realidad, del primero. El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente. Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el
sueño del infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos “la importancia personal”.

La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el periodo de nuestra educación (o de nuestra domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!

Nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos imponérselo por encima del suyo.

Cuando te tomas personal algo que alguien te dice, te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si no te lo tomas personalmente, serás inmune a todo veneno aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don de este acuerdo.

Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos.Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice.

De manera que lo que te duele no es lo que te dicen, sino las heridas que tienes y que han rozado con lo que han dicho. Eres tú mismo quien se hace daño. Así que vuelves tu indignación la excusa para que tú te enfades. Y te enfadas porque tienes miedo, porque te enfrentas a tu miedo. Si no tuvieras miedo, no te enfadarías en modo alguno. Si no tuvieras miedo, no me odiarías en modo alguno. Si no
tuvieras miedo, no estarías triste ni celoso en modo alguno.

No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Los seres humanos somos adictos al sufrimiento en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates. 

Si vives sin miedo, si amas, no hay lugar para ninguna de esas emociones. Si no tienes ninguna de esas emociones, lógicamente te sientes bien. Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es magnífico, todo te hace feliz. Amas todo lo que te rodea porque te amas a ti mismo, porque te gusta como eres, porque estás contento contigo mismo, porque te sientes feliz con tu vida.