jueves, 9 de noviembre de 2017

La Maestría del Amor- Capítulo 2 La pérdida de la inocencia

Los humanos somos, por naturaleza, seres muy sensibles. Pero si tenemos una sensibilidad tan elevada es porque percibimos todas las cosas a través del cuerpo emocional. Este cuerpo emocional es como un aparato de radio que se puede sintonizar para percibir determinadas frecuencias o bien para reaccionar frente a otras. siendo el amor nuestra sintonía natural antes de la domesticación.

El cuerpo emocional percibe las emociones a través del cuerpo emocional. Los niños sencillamente sienten emociones pero su mente racional no las interpreta ni las cuestiona. Esta es la razón por la que aceptan a determinadas personas y rechazan a otras. Los niños perciben fácilmente cuando alguien está enfadado, ya que su sistema de alarma les provoca un pequeño miedo que les dice: No te acerques, y siguiendo su instinto, no lo hacen.

La energía emocional que impregne nuestro hogar sintonizará nuestro cuerpo emocional con esa frecuencia. El cuerpo emocional empieza a cambiar su sintonización y llega un momento que deja de ser la sintonización normal del ser humano. Jugamos al juego de los adultos, jugamos al juego del Sueño externo y perdemos. Perdemos nuestra inocencia, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestra felicidad y nuestra tendencia a amar.

Si observas a los niños podrás ver cómo se destruye el amor verdadero y la libertad cuando chocan con el mundo adulto, frenando así la expresión natural del amor por evadir el dolor y buscar el reconocimiento y los premios. En ese sistema de premios y castigos existe un sentido de la justicia y de la injusticia, de lo que es legítimo y de lo que no lo es. El sentido de la injusticia es como un cuchillo que abre una herida emocional en la mente. Después, según cómo reaccionemos ante la injusticia, la herida puede infectarse con veneno emocional.  Con cada miedo aprendes a defenderte, pero no lo haces de la misma manera que antes de la domesticación, cuando te defendías y seguías jugando.

La herida puede llenarse de veneno emocional por la repetición, el veneno emocional se acumula y la mente empieza a jugar con él. A continuación, el futuro empieza a preocuparnos un poco porque tenemos el recuerdo del veneno y no queremos que vuelva a ocurrir. También tenemos recuerdos de cuando hemos sido aceptados, Queremos esa armonía pero no sabemos de qué modo crearla y eso nos asusta. Y, como estamos en el interior de la burbuja de nuestra propia percepción, nos parece que cualquier cosa que sucede a nuestro alrededor ha sido provocada por nosotros generando culpas y cargas por eventos que no nos corresponden o que no eran nuestra responsabilidad.

Poco a poco perdemos nuestra inocencia; empezamos a sentir resentimiento, y después, ya no perdonamos más. Con el tiempo, estos incidentes e interacciones nos enseñan que no es seguro ser quienes realmente somos. e incluso llegamos a utilizar el miedo para domesticar a otros seres humanos; cada vez que experimentamos una nueva injusticia, nuestro miedo aumenta creando más veneno emocional y cuando estamos llenos de veneno emocional, sentimos la necesidad de liberarlo, y para deshacernos de él, se lo enviamos a otra persona, lo hacemos captando su atención.

Al captar la atención, la energía va de una persona a otra. La atención es algo muy poderoso en lamente del ser humano. De hecho, en todo el mundo las personas van continuamente a la caza de la atención de los demás, y cuando la capturan, crean canales de comunicación. Pero al igual que se transfiere el sueño y el poder, también se transfiere el veneno emocional.

Normalmente, nos liberamos del veneno traspasándoselo a la persona que creemos responsable de la injusticia, pero si esa persona es tan poderosa que no podemos enviárselo, entonces lo lanzamos contra cualquier otra sin importarnos de quien se trate. De este modo, la gente que tiene poder abusa de los que tienen menos, porque necesita deshacerse de su veneno emocional. Esa es la razón por la que los seres humanos andan siempre detrás del poder, porque, cuanto más poderoso se es, más fácil resulta descargar el veneno sobre los que no pueden defenderse.

Lo que sí es importante es cobrar conciencia de que tenemos este problema, ya que cuando lo hacemos así, tenemos la oportunidad de sanar nuestro cuerpo y nuestra mente emocional y de dejar de sufrir. Sin esa conciencia, no es posible hacer nada. Lo único que nos queda es continuar sufriendo las consecuencias de nuestra interacción con otros seres humanos, y no sólo eso, sino también sufrir a causa de la interacción que mantenemos con nuestro propio yo, porque también nos tocamos nuestras propias heridas con el único propósito de castigarnos.

Estamos llenos de veneno porque hemos crecido con una imagen de perfección que no se corresponde a la realidad, que no existe, y sentimos esa injusticia en nuestra mente. Esa imagen de perfección nos dice cómo deberíamos ser a fin de reconocer que somos buenos, a fin de aceptarnos a nosotros mismos. Pero ¿sabes qué? De todas las mentiras que nos creemos de nosotros mismos, esta es la más grande, porque nunca seremos perfectos. Y no hay manera de perdonarnos por no serlo. Aprendemos a negarnos y a rechazarnos a nosotros mismos.

Por eso es que las relaciones que construimos son de manera en que todos pierden de manera equitativa , aunque sea un oxímoron, Te maltrato a ti de la manera que necesitas que te maltraten y tú me maltratas a mí de la manera que yo necesito que me maltraten. La energía atrae un mismo tipo de energía, por supuesto, un mismo tipo de vibración.

La vida te trae exactamente lo que necesitas. En el infierno existe una justicia perfecta. No hay nada a lo que podamos echarle la culpa. Incluso podemos decir que nuestro sufrimiento es un regalo. Basta con que abras los ojos y mires lo que te rodea para limpiar el veneno, sanar tus heridas, aceptarte y salir del infierno. 

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