jueves, 10 de agosto de 2017

Cómo crear hábitos desde una intención clara

Muchas veces en la vida las personas nos proponemos realizar cambios en nuestras vidas sin tener realmente claro el propósito personal que queremos obtener o cómo nos visualizamos al haber realizado esas modificaciones de comportamiento. Muchas veces nos dejamos llevar por lo que otros dicen o por los argumentos que ellos esgrimen con relación a porqué hacer una cosa u otra, siendo que el problema no es escuchar argumentos o sugerencias, el problema es que no nos damos a la tarea de encontrar cual es el valor que tiene para nosotros mismos el realizar este cambio.

El propósito personal, ese valor que encontramos en ese cambio a realizar es fundamental para generar esa determinación que muchas veces nos cuesta y que está directamente ligado con nuestros resultados, la anhelada persistencia.

Muchas veces nosotros nos empujamos a esquemas que no son de nuestro agrado o a situaciones en donde la percepción de los precios a pagar son altamente grandes en comparación al valor atribuido al haber realizado el cambio y en este tipo de situaciones nos damos cuenta el cambio no es generado internamente sino que es presionado por circunstancias haciendo que el mismo no sea sostenible en el mediano ni largo plazo.

De manera que para no caer en los típicos anhelos de año nuevo que no se cumplen es importante identificar varias cosas. La primera de ellas es que sucede en el momento que logre esa meta, cómo me visualizo, cómo me siento, qué es diferente en mí con respecto a mí mismo y frente al mundo. Tenemos que tener claro que lo importante de una meta no es la meta en sí, sino qué hace de nosotros al lograrla, cómo impacta nuestra vida en términos de satisfacción personal, beneficios para mí y los míos e incluso, porqué no al mundo entero.

El segundo elemento clave es identificar cuáles son los posibles caminos que podríamos tomar, que harían en un comienzo más sencillo o efectivo, según sea nuestro enfoque. En ocasiones necesitamos crear las condiciones para llegar a esa meta y debemos empezar moviendo piedras para después terminar moviendo rocas, o simplemente dejar de creer nuestras propias excusas y lanzarnos por nuestro objetivo. Siendo así  lo fundamental en este camino alinearlo con algo que nos apasione, que nos guste y que amemos hacer, puesto que todo cambio implica esfuerzos y no todos los días vamos a tener un buen ánimo o una buena voluntad para realizar algo que nos saca de nuestra zona cómoda y es por eso que al anclarlo a una pasión hacemos que la meta nos atraiga en vez de nosotros empujarnos hacia ella.

El tercer elemento es estar abierto a ver los resultados para aprender, re-enfocar y reconocer los resultados favorables y no favorables. Dado que la única manera que podemos generar experticia es por medio de la acción, por lo tanto es vital aprender de cada decisión emprendida, que nos acerca o aleja del objetivo, así como cosas que nos disfrutamos y otras que no tanto en el camino a ese gran resultado que esperamos.

A partir de ser humildes y  al escuchar o a otros,  logramos  interiorizar las experiencias para volver a lanzarnos con más ganas, a fin de cuentas un resultado no nos define pero es un insumo valioso para el día siguiente. De esa forma encontramos una actitud orientada al éxito, y entonces nuestro deber es perpetuarla en los altos y bajos, en el éxito y en lo que otros llamarían fallo, simplemente sigamos, aprendamos y nutrámonos para seguir adelante.


Día tras día recordemos para qué lo hacemos, seamos inteligentes y permitámonos que la sabiduría nos guíe en cuál es nuestro camino para lograrlo, al cabo de un tiempo nos daremos cuenta que aquello que pensábamos tan lejano es algo cotidiano para nosotros ahora.



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