Muchas
veces en la vida las personas nos proponemos realizar cambios en nuestras vidas
sin tener realmente claro el propósito personal que queremos obtener o cómo nos
visualizamos al haber realizado esas modificaciones de comportamiento. Muchas
veces nos dejamos llevar por lo que otros dicen o por los argumentos que ellos
esgrimen con relación a porqué hacer una cosa u otra, siendo que el problema no
es escuchar argumentos o sugerencias, el problema es que no nos damos a la
tarea de encontrar cual es el valor que tiene para nosotros mismos el realizar
este cambio.
El
propósito personal, ese valor que encontramos en ese cambio a realizar es
fundamental para generar esa determinación que muchas veces nos cuesta y que
está directamente ligado con nuestros resultados, la anhelada persistencia.
Muchas
veces nosotros nos empujamos a esquemas que no son de nuestro agrado o a
situaciones en donde la percepción de los precios a pagar son altamente grandes
en comparación al valor atribuido al haber realizado el cambio y en este tipo
de situaciones nos damos cuenta el cambio no es generado internamente sino que
es presionado por circunstancias haciendo que el mismo no sea sostenible en el
mediano ni largo plazo.
De manera
que para no caer en los típicos anhelos de año nuevo que no se cumplen es
importante identificar varias cosas. La primera de ellas es que sucede en el
momento que logre esa meta, cómo me visualizo, cómo me siento, qué es diferente
en mí con respecto a mí mismo y frente al mundo. Tenemos que tener claro que lo
importante de una meta no es la meta en sí, sino qué hace de nosotros al
lograrla, cómo impacta nuestra vida en términos de satisfacción personal,
beneficios para mí y los míos e incluso, porqué no al mundo entero.
El segundo
elemento clave es identificar cuáles son los posibles caminos que podríamos
tomar, que harían en un comienzo más sencillo o efectivo, según sea nuestro
enfoque. En ocasiones necesitamos crear las condiciones para llegar a esa meta
y debemos empezar moviendo piedras para después terminar moviendo rocas, o simplemente
dejar de creer nuestras propias excusas y lanzarnos por nuestro objetivo.
Siendo así lo fundamental en este camino alinearlo con algo que nos
apasione, que nos guste y que amemos hacer, puesto que todo cambio implica
esfuerzos y no todos los días vamos a tener un buen ánimo o una buena voluntad
para realizar algo que nos saca de nuestra zona cómoda y es por eso que al
anclarlo a una pasión hacemos que la meta nos atraiga en vez de nosotros
empujarnos hacia ella.
El tercer
elemento es estar abierto a ver los resultados para aprender, re-enfocar y
reconocer los resultados favorables y no favorables. Dado que la única manera
que podemos generar experticia es por medio de la acción, por lo tanto es vital
aprender de cada decisión emprendida, que nos acerca o aleja del objetivo, así
como cosas que nos disfrutamos y otras que no tanto en el camino a ese gran
resultado que esperamos.
A partir de
ser humildes y al escuchar o a otros, logramos interiorizar
las experiencias para volver a lanzarnos con más ganas, a fin de cuentas un
resultado no nos define pero es un insumo valioso para el día siguiente. De esa
forma encontramos una actitud orientada al éxito, y entonces nuestro deber es
perpetuarla en los altos y bajos, en el éxito y en lo que otros llamarían
fallo, simplemente sigamos, aprendamos y nutrámonos para seguir adelante.
Día tras
día recordemos para qué lo hacemos, seamos inteligentes y permitámonos que la
sabiduría nos guíe en cuál es nuestro camino para lograrlo, al cabo de un
tiempo nos daremos cuenta que aquello que pensábamos tan lejano es algo
cotidiano para nosotros ahora.
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